Esta vez no hubo acuerdo contrarreloj, como en diciembre pasado cuando en el último día del año el país evitó el “precipicio fiscal”. No bastó el dramatismo de los llamados a la cordura por parte del presidente Barack Obama a los republicanos del Congreso, ni las cientos de horas que dedicó durante la última semana a exponer las consecuencias económicas y sociales del recorte masivo al presupuesto, conocido como “sequestration”, en vigencia desde hoy.
Poco antes del mediodía de ayer, el mismo Obama debió aparecer en conferencia de prensa en la Casa Blanca para comunicar la mala noticia a la nación, después de reunirse infructuosamente por poco más de una hora con los principales de líderes del Capitolio.
En la reunión estuvieron el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y el de la minoría republicana, Mitch McConnell; el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, y la líder de la minoría demócrata, Nancy Pelosi.
Era la última oportunidad que tenían todos para hallar una alternativa conjunta al recorte automático de 85 mil millones de dólares al aparato burocrático del Estado, de los cuales exactamente la mitad será rebanada del presupuesto de Defensa y la otra se sacará de otros gastos sociales del Gobierno, entre ellos educación, planes de ayuda a gente pobre y el Medicare.
Los recortes “son innecesarios, en un momento en que muchos estadounidenses están buscando trabajo”, advirtió Obama. “No deberíamos permitir una serie de arbitrarios e insensibles recortes de los que dependen nuestros negocios, nuestros trabajadores”.
“Washington no está haciendo esto fácil”, se quejó luego el mandatario profundamente desilusionado con el resultado de una reunión que, después del naufragio un día antes de dos propuestas en el Congreso, la mayoría de los especialistas habían previsto que sería infructuosa, pero que también, luego se supo, inoportuna por el día de la semana. El viernes los legisladores salen de Washington en estampida.
“No soy un dictador. Soy un presidente”, respondió resignado Obama a la pregunta de un periodista de si él no podía haber retenido a los negociadores hasta que se lograra un acuerdo. “Si, finalmente, Mitch McConnell o John Boehner dicen nos tenemos que ir a tomar un avión, yo no puedo decirle a los agentes del servicio secreto que bloqueen la puerta”, abundó.
Él mismo reconoció que resulta “inexcusable” la forma en que los representantes de la que se considera un modelo de democracia mundial son incapaces de ponerse de acuerdo en un asunto de interés común provocando una crisis detrás de otra.
Como en diciembre pasado, ambos partidos no se ponen de acuerdo en como balancear el presupuesto y poner coto al abultado déficit fiscal del país. Mientras los demócratas quieren combinar recortes e ingresos mediante impuestos a los ricos, lo republicanos se oponen a esto último y solo buscan eliminar gastos.
Ayer Obama dejó la puerta abierta a nuevas conversaciones que permitan detener el paquete de recortes antes de que su impacto se mayor en la economía. Se calcula que esta medida supondrá la pérdida de 750.000 empleos y la reducción de medio punto porcentual en el crecimiento del Producto Bruto Interno.