La miseria y la carencia de todos los servicios es el denominador común en la parte norte de Mata Los Indios, una comunidad de Villa Mella, donde la modernidad ha pasado de largo.
Solo intentar llegar al lugar es una tarea titánica, porque la única calle de esa parte de Mata los Indios nunca ha visto el asfalto.
Viven en un ambiente campesino, con casitas de madera y zinc, humedecidas por las constantes lluvias que caen en esa comarca.
Las necesidades son múltiples y las soluciones muy pocas o ninguna.
Por años han pedido solución a la cañada que atraviesa la comunidad, y que cuando llueve inunda todas sus casitas.
Pero lo que más les preocupa es la construcción de la calle, pues desplazarse por el empedrado camino es una penitencia.
A esta calamitosa situación se añade la falta de agua, y de un transformador potente que les garantice energía eléctrica.
Todo esto ocurre a menos de cien metros de una de las residencias de esparcimiento de la vicepresidenta Margarita Cedeño de Fernández, justo en la cañada que divide lo moderno de lo rural termina el asfalto.