El mexicano Édgar Tamayo fue ejecutado con la inyección letal tras ser condenado a la pena capital por el asesinato de un policía texano en 1994.
El proceso de ejecución inició a las 21:15 horas y se completó a las 21:26. A las 21:32 Tamayo fue declarado muerto, según informó el Departamento de Justicia Criminal de Texas.
El mexicano optó por no decir unas últimas palabras.
Tamayo, de 47 años de edad, fue trasladado este miércoles a la Unidad Carcelaria Walls en Huntsville donde se ubica la llamada ‘cámara de la muerte de Texas’, luego de pasar casi 20 años encarcelado en la Unidad Polunsky, a unos 65 kilómetros de distancia.
Antes de su traslado, Tamayo conversó durante dos horas con sus padres, Héctor Tamayo e Isabel Arias, y recibió por separado durante otras dos horas a sus dos hijas.
Su estado de ánimo fue descrito por funcionarios del Departamento de Justicia Criminal como «tranquilo y resignado».
En sus últimas horas, Tamayo no pidió ningún menú especial y comió los platillos que estaban disponibles en prisión: costillas de puerco, arroz, verduras, maíz, café y té.
Minutos antes de la ejecución, un nuevo recurso fue presentado ante la Suprema Corte de Estados Unidos, lo que retrasó la aplicación de la sentencia. Sin embargo tres horas más tarde se rechazó la apelación y el proceso de ejecución continuó su marcha.
Tamayo era originario del municipio de Miacatlán, (Morelos). Era integrante de una familia de cinco hijos, dos de sus hermanos son residentes de la Unión Americana y los otros dos viven en México.
Tamayo Arias fue condenado por el asesinato en 1994 del agente policial Guy P. Gaddis, en Houston, Texas; durante su traslado a la cárcel, cuando había sido detenido por asalto.
En 2008, ya en prisión, Tamayo Arias fue diagnosticado con una “discapacidad mental leve”, como consecuencia de un accidente de rodeo que tuvo en su adolescencia.
Édgar Tamayo era uno de los 51 mexicanos que forma parte del “Caso Avena”, fallo que la Corte Internacional de Justicia instruyó a EE.UU. en 2004 a revisar y reconsiderar las sentencias de mexicanos condenados a muerte por asesinato, mismos que no recibieron asistencia consular; como es su derecho, y como está estipulado en el artículo 36 de la Convención de Viena.
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